Haciendonos mayores...

domingo, octubre 21, 2007

Si me engañas una vez la culpa es tuya, si me engañas dos, la culpa es mía.

Leo hoy "Si llevamos a un joven provinciano a la casa de fieras de Versailles y por tontería se le ocurre meter la mano a través de los barrotes de la jaula del tigre o de la pantera; si su brazo se queda entra las fauces del feroz animal, ¿quién tiene la culpa? Todo está escrito en el pacto tácito. Tanto peor para quien lo ignore o lo olvide. ¡A cuantos justificaría, mediante ese pacto universal y sagrado, acusados de maldad, cuando uno debería acusarse a sí mismo de tontería". Es el sobrino de Rameau quien lo dice, un bufón vicioso e inmoral. Y hasta Diderot, que se pasa el resto del libro escandalizándose y hablándole de la importancia de hacer el bien le dice: "Tienes razón".

Pero no, no tiene razón. La culpa de que te roben en la playa no es tuya por pensar que estás en tu casa. La culpa de que desaparezca un móvil que olvidaste, no es tuya, por mala memoria. Y sobretodo, que te engañen cuatro veces, o cinco, no te rebaja, no a ti . (Y con esto no quiero decir que esté en contra de la prudencia ¿eh?)

Pero ahí está el origen de todos (o casi todos) los problemas. En un problema gigantesco de perspectiva. Que realmente hoy se considera más vergonzoso dejarse engañar que querer engañar. Que es preferible ser malo que tonto. Que hemos olvidado que la humillación está en ser capaz de hacer daño. E incluso, que hemos olvidado que lo más degradante es convertirte en eso que crees que son los demás.

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martes, octubre 02, 2007

Inglaterra es una monarquía

Tengo clase a las tres, así que vuelvo a comer con las mañanas de cuatro (jiji, cuantos números). Tener televisión es mucho más divertido, pero no te permite mantenerte al margen del nivel argumentativo del país.

Hoy se hablaba del mensaje de autodefensa del rey. Allí estaban los cuatro contertulios escandalizados. No por el mensaje, claro, sino porque unos (seres malignos) han querido sacarle punta a un tema al que la mayoría de la sociedad no le da importancia y nosotros (los periodistas) hemos picado. Yo hacía mis pequeños cálulos mentales (dos y dos son cuatro, los debates sobre la idoneidad de la monarquía son cancerígenos de por sí) y empezaba a convencerme de que había algo que yo ignoraba, pero que explicaba porqué los cuatro allí presentes se ponían tan agresivos, como si les dieran puntos por su gran papel de garantes del status quo.

Una se llevaba las manos a la cabeza mientras trataba (suciamente) de hacernos ver a todos (aunque todos lo vemos claro salvo unos pocos radicales de derecha que no les gusta la monarquía porque no les gusta la democracia -leamos entre líneas: los progres amamos al rey, y si no amas al rey eres un facha- y unos pocos radicales de izquierdas, que bueno, ya se sabe como son) que sin monarquía no hay democracia. Otros esgrimían argumentos mucho mejores todavía y nos recordaban que Inglaterra es un país guay y también tiene monarquía. Todos, todos, se quedaban circunspectos y al mismo tiempo al acecho si llamaba alguien para decir que no pasaba nada por debatir si debería existir o no. Concha saltaba cual resorte (como si alguien estuviese insinuando, que sé yo, matar a todos los que midan menos de un metro cincuentaynueve) y repetía: La constitución la acordamos entre todos, la constitución la acordamos entre todos, (risa atemorizada que se quiere condescendiente) ¡no se puede plebiscitar a cada poco para que Xavi (tipo que llama) pueda decidir! (y otro apostilla: La historia no comienza el día que nace Xavi).

Lo que no puedo entender, es porque son tan poco hábiles. Con lo fácil que es decir: "el debate siempre está bien, pero la monarquía tiene su función y bla bla bla" en vez de negar esas cosas de las que después tanto nos enorgullecemos: la tradición de la razón y la ilustración, eso que ha permitido que ahora se pueda hablar de cualquier cosa.

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