Haciendonos mayores...

domingo, noviembre 06, 2005

65 minutos

Entró rapidamente en el tren, con la maleta golpeandole las corvas. Miró por encima de las cabezas, buscando un asiento libre. Vió una mochila. "¿Está libre?"
Lo estaba. Se sentó inquieta. Sacó su libro. Habia planeado leerlo en dos días, cien páginas y cien páginas. No era fácil. Lo abrió, pero leerlo era taaan aburrido. ¿Cuanta vida estaría perdiendo?
Y ella aún tenía ganas de. Su cuarto trayecto en esa dirección. Un mes.

¿No sería mejor comunicarse?

Le contó su vida y su obra a la dueña de la mochila cuyo sitio habia robado. No necesitaba respuestas. Le daba igual que a nadie le interesase su narración. O que sí. Le daba igual, porque hay gente para quien hablar es como comer. Una necesidad que hay que satisfacer con la mayor celeridad. Total, no tenía nada que perder. Llevaba toda la vida pareciendole a tanta gente excesiva, abrumadora, sonora, confiada.

Y es de ese tipo de personas que hablan rapido, siempre. Porque no pueden parar. Es de ese tipo de personas que hablan siempre.

La admiro, la admiro, la admiro.

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