Haciendonos mayores...

domingo, septiembre 12, 2004

Maravillosas ocupaciones.

Qué maravillosa ocupación cortarle una pata a una araña, ponerla en un sobre, escribir Señor Ministro de Relaciones Exteriores, agregar la dirección, bajar a saltos la escalera, despachar la carta en el correo de la esquina.
Qué maravillosa ocupación ir anadando por el bulevar arago contando los árbols, y cada cinco castaños detenerse un momento sobre un solo pie y esperar que alguien mire, y entonces soltar un grito seco y breve, y girar como una peonza, con los brazos bien abiertos, idéntico al ave caKuy que se duele en los árboles del norte argentino.
Qué maravillosa ocupación entrar en un café y pedir azúcar, otra vez azúzar, tres o cuatro veces azúcar, e ir formando un montón en el centro de la mesa, mientras crece la ira en los mostradores y debajo de los delantales blancos, y exactamente en medio del montón de azúcar escupir suavemente, y seguir el descenso del pequeño glaciar de saliva. oír el ruido de piedras rotas que lo acompaña y que nace de las gargantas contraídas de cinco parroquianos y del patrón, hombre honesto a sus horas.

(Julio Cortázar)

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