Haciendonos mayores...

miércoles, diciembre 20, 2006

La vida bella

Ante unos ojos desproporcionadamente abiertos y una cabeza que iba a empezar a girar, Ana me tuvo que preguntar qué esperaba ¿Qué tipo de gente crees que se pasa toda la tarde en la biblioteca?

Estudiantes, jubilados y raros en general, básicamente. Creo que Mark Twain decía (y si no lo decía otra persona) que un intelectual era un tipo que iba a la biblioteca incluso cuando brillaba el sol.

No parece el caso. Casi llueve. Y en la biblioteca del barrio está el señor que siempre se duerme y ronca, y las personas que viene por primera vez se sobresaltan, se escandalizan y se rien. Está el que anota religiosamente todas las subidas y las bajadas de la bolsa, aunque yo sé que a él ni le va ni le viene, y también hace preguntas sobre telefonía. Esta la señora que grita cuando alguien se sienta detrás de ella. La madre que va con su hija a que haga los deberes.

Prefiero las bibliotecas de las universidades, donde nadie parece interesante. Ayer un hombre de unos 75 años escribía diligentemente un mail. Yo, por supuesto, no podía dejar de mirar la pantalla y entrecerrar los ojos a ver si conseguía distinguir las letras. Antes, otro jubilado, había estado mirando al menos quince minutos un redondel con tres triángulos dentro (mientras yo me felicitaba por aún distinguir isósceles, escaleno y equilatero).

Todo el mundo parece que tiene algo dentro y eso me llena de alegría. De esa que según las señoras que vinieron a captarme ayer se siente al leer ciertos pasajes de la Biblia.

5 Comments:

{color:#aa0033;}
Anonymous Anónimo said...

las bibliotecas de coruña están abarrotadas de estupendas chicas de bronceados perennes, perlas de plástico y tacones ruidosos con los que, creo, intentan captar la atención de los también estupendos coruñeses... pero por supuesto hay un buen puñado de freaks ruidosos con sus portátiles, gafas y libros gruesos, con los que desgraciadamente para algunos, no se atraen a las chicas de tacones. Un saludo milky, a ver si le veo por pontevedra estas navidades.

9:43 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Las bibliotecas son geniales. En ellas siempre se está a buena temperatura y la gente no chilla cosas que a los demás no nos interesan. Pero no se limitan a la comodidad... Las bibliotecas te periten pasarte horas y horas y horas observando (por ejemplo) el comportamiento de un monton de individuos. Como se agrupan y se mueven.

Los aislados que dan la espalda al mundo, los que van a la biblioteca porque sí, sin ninguna finalidad concreta. Los solitarios que siempre cogen ventana y se pasan horas con las ideas colgadas en los cristales por donde entra la luz...

Aunque luego, al salir, muchas veces tienes ligeros remordimientos por no haber llegado a la pagina que te habias propuesto. Un cosquilleo incómodo que debe de segregar algo de adrenalina, porque al notarlo produce ciertas emociones (sutiles) de regocijo.

3:19 a. m.

 
Blogger Luneira said...

Me encanta observar a la gente en las bibliotecas, en los trenes o en cualquier sitio. El otro día en el tren una pareja competía por decidir cuál de los dos sabía más sobre Diango (o como se escriba, es un cantante). Pero empiezo a preocuparme, porque a veces, por la calle, escucho el inicio de una frase y a menudo aminoro el paso o hago que miro un escaparate con tal de conocer el desenlace.

¿Nos vemos mañana, querida Milk?

10:12 p. m.

 
Blogger siloam said...

en cualquier situación, un grupo humano atrae.
feliz dosmilsiete! y feliz día a día.

2:15 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

jajaja Acabo de leer el comentario de Lucía y me ha dado un poco de miedo. :)
a mí tb me sorprende ver, en la biblioteca de mi barrio Cuéntame, a los jubilados enviando mails. me impresiona que sepan mandarlos (mi abuelo no es capaz, ni mis padres) y que tengan contactos. y entonces pienso que yo, cuando sea viejecita, tb quiero estar conectada al messenger.

1:15 p. m.

 

Publicar un comentario

<< Home