Haciendonos mayores...

martes, junio 13, 2006

El peor sentimiento del mundo

Ayer vi una película. Una niña cogía pizpireta el volante de un coche sobre las rodillas de quien venía a buscar a su padre (buscar para después detenerlo, torturarlo, matarlo..). La niña no sabía nada, abrazaba a su padre, le hacía gestos desde la ventanilla: adios, adios.

En esos tests estúpidos en lo que te preguntan por tu nombre, la hora, tu comida favorita y el peor sentimiento del mundo, nunca sé como contestar. Pero el peor sentimiento del mundo estaba ahí, latiendo, y haciendo que me entrasen ganas de explotar.

No sé ubicarlo, no sé que es lo que me impresiona de ciertas imagenes, de ciertas historias, pero sí, ahí estaba. Está en ser inocente cuando tienes que ser desconfiado, está en esperar ilusionado lo que acabará cortandote la cabeza. Así, los dos sentimientos en uno y debería haber una palabra para decir eso. O al menos yo debería tenerla. Se parecería un poco a patético pero no es exacto.

Cuando era pequeña había dos historias que me hacían casi llorar. Que hacían que la piel se erizase de angustia. Que me costaba sólo pensar porque me parecían que resumían toda la crueldad del mundo. Y no eran algo realmente tan trágico. Nada que no supiese. Quiero decir, sé y sabía que hay muchas cosas mucho peores.

Una era cuando contaban como a los emigrantes que salían del puerto de Vigo tras gastar todo su dinero en un billete, los dejaban en Cangas. Igual un poco más lejos. Y ellos, despistados e ignorantes, descubrían que no estaban en América. Buf.

La otra era sobre una tipa que se había ido a Alemania. Cuando sobraban españoles alli y en Suiza y todo eso. Ella no sabía alemán, pero fue a la tienda a comprar. Quería jamón, pero no conseguía hacerse entender con la tendera. Así que se empezó a palmotear la pierna mientras gruñia algo semejanta a oink oink. Y en la tienda orgullosas germanas carcajeaban.

4 Comments:

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Blogger Mrs Jones said...

La segunda historia no es tan espeluznante. No hay que ir hasta Alemnia, vete a cualquier colegio...

Oh, Nadya, la niña más adorable del mundo, con ese padre que la quería tanto, hacer el ornitorrinco...

Pero al menos mi hija ya tiene nombre.

8:15 p. m.

 
Blogger Luneira said...

mientras lo leía intentaba formular esa palabra. Pero es difícil. No es impotencia, pero se le parece. Pero la impotencia quizá sea algo más posterior.

En el caso de los emigrantes, desesperación. Y burla a la desesperación. En el de la niña, no sé, falta de piedad.

A veces nos faltan las palabras

11:52 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Has visto crash? hay una escena muy dura que tiene tambien a una niña como protagonista... estremecedora.

5:20 p. m.

 
Blogger Cubilete said...

A veces son las cosas más mínimas las que nos hacen llorar (si lo piensas, son las cosas mínimas las que significan grandes cosas)

5:01 p. m.

 

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