Haciendonos mayores...

sábado, junio 23, 2007

Oda pastoril

Nosotros, los urbanitas, amamos las excursiones al campo y corremos hacia la naturaleza con los ojos siempre prestos a humedecerse de la emoción. ¡Qué paz!, exclamamos, ¡qué belleza!. Nuestros corazones brincan dentro de los pechos y desearíamos escribir uno de esos poemas tardo-románticos en los que volcar los sentimientos que nos embargan al contemplar un pequeño ruiseñor posado en una dulce rama.

No es que queramos vivir ahí para siempre, o ser felices. Si yo estuviera ahí metida me ahogaría, puedo decir yo, sin mucho pudor. Pero la verdad está siempre afuera, esperando. Y los niños de Banyolas corretean libres por la plaza del pueblo. Y juegan a la pelota y la pelota se atasca en las (dulces) ramas. Entonces los niños piden otra pelota y tratan de empujar con esa a la primera. Y los mayores zarandean el árbol. Y la de la tienda de (uf, licencia poética) ultramarinos les acerca una escalera y una escoba con la que empujar. Y los niños continúan y la segunda pelota se queda atascada en otras (dulces) ramas en una de sus misiones secretas de salvación. Y le piden una tercera pelota a otro crio que gira la cabeza a un lado y al otro y va a junto de sus padres a explicarles la situación, que no quiere arriesgarse a perder también la suya (moraleja: no es verdad que en los pueblos todos estén dispuestos a ayudarse, maldita oveja negra, niño que huirá de Banyolas cuando sea mayor para encerrarse en un piso caja de zapatos donde nadie le pida nada,como yo, como tú, como él). Llega el héroe del lugar con un balón de baloncesto y acierta y la segunda pelota cae (la primera no, que está atrapada) y todos sonrien.

Que los niños nunca deberían ser encerrados va más allá de mi visión idílica. Mis hijos, (futuramente) concebidos sobre campos de trigo (maíz, en realidad) me tirarán de la manga para que les deje salir a la calle y yo muy seria les explicaré que hay demasiados coches. Yo misma me tiraré de la manga y me plantearé la idoneidad de habitar adosada a un vecino adicto a Bricomania que madruga los domingos para hacer sus prácticas.

Pero nunca lo olvidéis: el amor que no tiene explicación es el único decente.

7 Comments:

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Blogger poliptoton said...

Lo sabía (lo de que insinuabas algo peor).
¿Fotolog sólo para usuarios registrados? ¿Así que esas tenemos? Pues te bombardearé a mensajes aquí, que yo puedo ser un troll cojonudo cuando quiero.

1:18 a. m.

 
Blogger poliptoton said...

Miedo me dan esas dudas. Pero adelante.

1:23 a. m.

 
Blogger poliptoton said...

¿Cómo que miento vilmente?:
"Solo miembros de Fotolog pueden escribir en este libro de visitas".
Lo dice claramente.

1:34 a. m.

 
Blogger Mrs Jones said...

Urbanita asquerosa.
(sin ofender)

No críes a tus hijos en una ciudad fea ni bonita. Regálales poder correr por la calle hasta que anochezca. No seas egoísta, que tú tendrás coche y el pueblo no tiene por qué estar a 5 horas de la civilización.

(Actualicé!)

1:03 p. m.

 
Blogger Zabu said...

Pues con todos los respetos:

Menuda mierda de niños de pueblo.

Los que a mi me suenan hubieran tardado como 2 minutos en gatear árbol arriba arañándose los brazos y ensangrentándose las rodillas (más) para rescatar su balón... o hubiesen recurrido a piedras.

Tanto para el balón como para el niño egoísta que no quiso dejar su pelota.

A lo mejor es que mi pueblo es un poco silvestre de más...

3:43 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Creo que tienes idealizado el campo!

Y a mi me encanta ser una urbanita. Ayer cené en casa de mi abuelo (10 km de santiago, imagina tú que campo) y sé que no podría vivir allí ni loca.

6:04 p. m.

 
Blogger Colloada11 said...

La ciudad lo da. El campo lo da.
¿Quién es urbanita?
Yo he pasado media vida en el campo y media vida en la ciudad. Y me molestan tanto los ciudadanos que van al campo y son unos cazurros, como los aldeanos que pisan la ciudad disfrazandose a la moda y con el pelo del guitarrista de El canto del loco.
Son todos unos moncrotos.

8:30 p. m.

 

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