Haciendonos mayores...

lunes, septiembre 17, 2007

Libros, exposiciones y domingos en bañador

Tardé demasiado en ver el papelito que ponía "2 libros, 1 euro", y el señor que tenía a mi lado ya había arramblado con ocho libros. Hay gente muy lista que consigue que les hagan ofertas y que dan codazos para llevarse lo mejor, pero no importa. Porque el Mercado de Sant Antoni es algo fantástico. Me compré cuatro libros maravillosos y me gasté seis euros. La alegría se apoderó de mi alma, y todo gracias a que los domingos mi Internet descansa, probablemente para agasajarme con "el regalo del tiempo". Me levanté temprano y decidí aprovechar TODO el día. Allí estaba yo, a las once y media de la mañana de un domingo, entre libros y con un sol radiante en lo alto.
Después, con mis cuatro libros en los brazos, me fui a ver una exposición en Santa Mónica. Una exposición que se llamaba Pensa/Piensa/Think (bueno, sé que es en tres idiomas) para justificar que el arte contemporáneo no parezca arte. Ya sabéis, desde ¿Marcel Duchamp? y el arte feo que sólo significa cosas. Había un vídeo de un juego que consiste en que la gente forma un circulo y se dan la mano. Se agarran cables de alta tensión y dan descargas. Y la gente se va rajando, de uno en uno. Ponían esas magníficas caras de histerismo, risa nerviosa y pequeños grititos que esconden la angustia. Más o menos, como cuando se entra en un mar con el agua demasiado fría, pero en exagerado. También había un montón de carritos de Froiz en círculo, y quedaba muy bello, la verdad (por lástima al mismo tiempo simbolizaba nosequé y nosecuanto). Y un vídeo totalmente hipnótico sobre la causa-consecuencia. Una botella que al caer mueve un cochecito que va por un carril hasta llegar a una palanca que hace caer una bola que hace caer una mesa que hace prenderse una vela que hace explotar un objeto no identificado que hace moverse a otro cochecito... Y una tipa que tituló a sus pensamientos cotidianos "Cosas que merecen ser escritas", claro que sí. Y hablando de sentimientos positivos. En el Mercado de Sant Antoni había puestos y puestos dedicados en exclusiva a los libros de autoayuda. Parecía propio de una sociedad enferma, creedme, y sobre todo eminentemente banalizadora. Pero en fin, también me compré EL PAIS hoy y alguien hablaba de que la psicología se había convertido en tonterías para huir de la angustia en lugar de métodos para estudiarla. Leí más cosas con las que estaba (todavía más) de acuerdo, sobre las personas de usar y tirar y como preferimos tener muchas conexiones que algunos amigos, cosa que he ententido a la perfección desde que estoy en Barcelona y me he hecho mayor.
Al salir de la exposición me encontré subiendo Las Ramblas y siendo capaz (al mismo tiempo) de no odiar a la humanidad, lo que tiene mucho mérito. Hasta me quedé como tonta (como turista, vaya) viendo a unos tipos bailar una milonga y un tango. Muy bonito, por cierto, aunque interrumpieran constantemente para recordar que el precio simbólico del espectáculo era de un euro y que por favor, lo diésemos ya. Quizá sea así, quizá lo lógico, que sería esperar a terminar para que la gente se movilice hacia el sombrero, haga que huyamos con la confusión. Pero a ver, que tampoco tenemos tanta vergüenza, y que nos digan cada cinco minutos que los artistas de algo tienen que vivir y que los trajes de las chicas no son baratos no va a hacer que nos sintamos peor.
Por la tarde fui a la playa y escuché conversaciones sobre tangas y topless y las diferencias culturales entre España y Latinoamérica ("aquí van todas con las tetas al aire y después tan pudorosas con la parte de abajo"). En Brasil el topless está prohibido ("pero es normal que los turistas no lo sepan con esa imagen que damos del Carnaval"). También sobre los aviones y si es por seguridad o por fastidiar un poco (¿quien lo duda?). Nunca, nunca, nunca en todo el verano había visto la playa tan llena. Estaba pegada a demasiada gente y era imposible concentrarse en disfrutar, pero también me dió bastante igual. Fui al agua, que tenía la temperatura perfecta para que apenas costase entrar pero aún resfrescase. Chapoteé y chapoteé. Volví y como ya iban a ser las seis la playa se comenzó a vaciar. De hecho se vació a una velocidad de infarto (aquí a las siete ya no tiene sentido tomar el sol). A las siete y media volví a casa.

Pensando que la vida debería ser esto y no lo que es en realidad.

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3 Comments:

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Blogger Zabu said...

Buffffff, qué envidia me has dado por todo!

(aunque en realidad sólo sea por el estado mental de felicidad pausada).

Que dure!

12:50 a. m.

 
Anonymous Anónimo said...

a veces tus posts transmiten una inmensa felicidad!!

1:44 p. m.

 
Blogger Mrs Jones said...

qué feliz!
a qué te dedicas ahora? cuándo empiezas las clases?

3:18 p. m.

 

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