Haciendonos mayores...

domingo, octubre 12, 2008

Las princesas bellas y los príncipes valientes

Hablaba con Kristin, mi nueva compañera de piso sobre Clara Wieck, y sobre todas las mujeres artistas en cuya tumba sólo aparecía “mujer de”. Le conté que tenía amigas que pensaban que en general, las mujeres escribían peor que los hombres (a nivel de las grandes obras de arte). Ella se horrorizó. No cuestionan la capacidad, le expliqué, no creen que no puedan, creen que culturalmente, hoy por hoy es complicado. Ella consideró que quizá dependía del país, que Suecia tenía una larga tradición de educación igualitaria y que no había diferencias de ese tipo.

Yo pensé en lo horrorizada que me quedé de Francia tras vivir allí, un país de, creía yo, fuerte movimiento feminista. Pero supongo también que no deja de ser un país de tradición católico-meridional donde su espíritu revolucionario fue lo que llevó a las reivindicaciones a pesar del insuficiente convencimiento social real (recordemos los ataques a Ségolène sólo en función de su género – ¡y desde su mismo partido!-). Le dije que no sabía, pero que yo estaba muy preocupada porque tenía amigos que creían que diferencias que yo achacaba a lo cultural eran de raíz natural, y que temía que esa opinión estuviese cada vez más extendida. Le expliqué que me daba la sensación de que en la Universidad, en los debates, los hombres siempre participaban más. Me dijo que claro, que sí, que eran educados para ir más hacía lo exterior, para proyectarse hacia afuera. Le pregunté si en Suecia era lo mismo.

Sí.

Vaya. Le confesé que yo a veces me sentía culpable de seguir reproduciendo el esquema, cómo puedo negar yo que las mujeres son lo que veo que yo soy. Me contestó que ella también.

Y pensé en los dibujos infantiles. Está claro que cualquier niño puede jugar a las muñecas y ver películas de la Barbie y cualquier niña tiene permiso para jugar a los helicópteros y ver series de marcianos. Pero la imagen que beben sigue siendo absolutamente dualizada. No tanto desde el punto de vista de la valía, pero sí de las características. No hay un sólo niño de 5 años al que le preocupe la belleza, que se lo plantee siquiera. Quizá unos pocos años después ser gordo sea un lastre. Pero por mucho que ahora los hombres se depilen y se echen cremas, ningún niño cree que hacerse mayor, ser al fin un hombre, consista en ir bien peinado.

No hay una sóla niña de 5 años que no sueñe con pintarse las uñas y vestir a la moda. Hacerse mujer con éxito pasa indudablemente por ser bella. Y cuando crezca, además de haber asimilado eso, sabrá también que le corresponde ayudar, cooperar, dejar espacio a los demás.

Como la mujer esa de la que me hablaba Raquel, cuyo nombre no aparece aún en muchos de los libros que escribió para su marido.

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2 Comments:

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Blogger Mrs Jones said...

Lo de la educación es cierto, pero no sé, se va avanzando poco a poco. Lo hablaba el otro día en la plataforma de los derechos humanos con Abraham. Cogimos un librito-estudio sobre la situación de los gays en Polonia, y en la parte de educación aparecían trozos de libros de texto actuales q ponían a la homosexualidad como una enfermedad.
Y hablamos de q en realdid hasta hace poco era la opinión más extendida -de forma oficial, ahora aunq se siga pensando ya no está bien decirlo -y de lo que cuesta desde el punto de vista heterosexual comprenderlo -porque hemos sido educados para eso, ningún padre le dice a su hijo de 4 anhos "y ese amiguito tuyo es tu novio?" pero sí con sus amiguitas -y viceversa.
Y cómo se nos llena la boca al decir "pero yo lo respeto, soy tolerante", y lo mal que a mí me parece eso, porque es como dar nuestro permiso ("tolero q hagas esas cosas antinaturales.."). En fin.

1:24 p. m.

 
Blogger Mrs Jones said...

Yo llevo una página y media y no sé por dónde continuar...

9:29 p. m.

 

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