Haciendonos mayores...

martes, febrero 24, 2009

El equilibrio obligatorio

En Londres hablo con mi amiga Raffaella. Raffaella es italiana, va a cumplir 27 años, es bióloga y se ha ido a Londres de chica aupair. En Italia le ofrecieron hacer un doctorado en nosequé universidad: "pasarme la vida en un laboratorio, quita, quita", me explica. Ahora es feliz, dice, pero no es una felicidad que pueda compartir. Trata de evitar a esos compañeros de primaria que la buscan en el facebook y le preguntan: "ala, estás en Londres,¿en qué estás trabajando?".

Porque ella es feliz, insiste, pero sabe que lo que hace empieza a dejar de estar bien. Habrá muchos de sus compañeros muertos de envidia mientras se afanan duramente en progresar en la vida, pero al menos podrán ser iconos del éxito. Porque ya se nos ha pasado el tiempo de las aventuras y deberíamos haber alcanzado el tiempo del compromiso. Porque ella es feliz, pero eso no es suficiente para sentirse bien.

Por el momento Raffaella cuida a dos niños de seis y ocho años. Sus padres son altos directivos de grandes empresas. Salen de casa a las siete de la mañana (los niños aún en la cama) y vuelven a las once (los niños ya en la cama). Disfrutan juntos del cricket durante los fines de semana y jamás tienen amigos cenando en casa (o en todo caso esa fue la respuesta cuando le pregunté porque en una casa tan grande no había una mesa para más de cuatro personas).

Me acordé entonces de la directiva sobre la jornada laboral de hasta 65 horas (aún no aprobada). Escuchando a unos y otros debatir sobre los defectos y virtudes de dejar que la gente trabaje 12 horas al día si así lo desea (o si siente que no le queda otro remedio, pero trataban de confundir los términos para lograr mayor apoyo popular) le pregunté a una chica inglesa qué opinaba ella de la directiva (su país defiende apasionadamente la ausencia de restricciones). Ella decía que claro, que era un tema sensible, y que creía que dependía de diferencias culturales. Que en Francia o en Bélgica, por ejemplo, la gente valoraba mucho su tiempo libre, su familia e incluso no hacer nada. Pero que para los ingleses, su vida consistía en su ocupación (o al menos es lo que le da sentido) y que era una putada no poder aprovechar tu ausencia de vida personal y tu predisposición al trabajo para ganar más dinero sólo porque una ley te lo impide.

En todo caso no debemos engañarnos, la vida quizá vaya más allá de lo útil pero la pereza revolucionaria es la autocomplacencia de los inmaduros.

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5 Comments:

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Blogger Mrs Jones said...

No hables en primera persona del plural. Nosotras aún estamos en edad de aventuras. A los 27 todo es diferente, supongo. Aunque de los que hemos decidido quedarnos en Viena en paro, dos tienen 30 años, una 28 y otras dos tenemos 24.

4:18 p. m.

 
Blogger Cubilete said...

uno de los mejores post de puertas de leche, deberías hacerte columnista (en serio)

7:06 p. m.

 
Blogger Zabu said...

Qué oportuno y qué interesante este post tuyo, pequeña Milk.

(lo de pequeña es cariñoso, si usted me permite la confianza... además de la diferencia de edad, claro).

No me queda sino confirmar, desde mi situación de currante al borde de los 30, dos sensaciones expuestas aquí:

Hacia uno mismo: "Ser feliz no es suficiente para estar bien" porque hay buenos estados con fecha de caducidad.

Hacia otros: "La pereza revolucionaria es la autocomplacencia de los inmaduros".
Esto es de una rotundidad manchega.

Y así en resumen, me uno a Cubilete.

8:36 p. m.

 
Blogger poliptoton said...

Vaya, veo que la caída masiva de Google del otro día también se llevó mi comentario por delante...
Pues eso, que estoy de acuerdo en eso de que "empieza a dejar de estar bien". Hay determinadas opciones que dejé pasar hace pocos años y que ahora, no tanto tiempo después, ya resultan irrecuperables. Está de puta madre que tu amiga se resista a las presiones, a las externas y también a las internas, que supongo que las habrá.

11:47 a. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Veo que has usado la historia de tu amiga Raffaella para hacer autoterapia.
Creo que Raffa hace muy bien en decidir lo que ella quiere y disfrutarlo.
En vez de hacer lo que todo su entorno espera de ella y considera exitoso mientras ella lo viviria amargada.
Se nos impone demasiada presion gratuita, que si ya tienes novio, que si no piensas casarte, cuando piensa seri@ y buscarte un trabajo de verdad, que si mira que edad tienes y si quieres tener hijos no cuentas con mucho tiempo. Tengo una amiga a la que su padre presionaba diciendole que enseguida cumpliria 30 agnos y ya no iba a ser atractiva para los bancos y no la darian ningun credito. Bueno...por fin firmo el credito.

3:13 p. m.

 

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