Haciendonos mayores...

domingo, enero 23, 2011

Sofía y Lev



El año en que tuve mi fascinante clase de "Historia de las mujeres en el siglo XIX" conocí a Sofía Tolstoi, no recuerdo bien por qué. Hasta ese momento yo era fan declarada del Tolstoi moralista (aún lo soy un poco, qué le vamos a hacer) y de sus siempre truncados deseos de mejorar. Deberíamos tejer redes de amor, decía. Debería despertarme temprano y trabajar, decía. Debería intentar ser menos grosero con mi mujer, decía. Pero normalmente hacía todo lo contrario, y es díficil no sentirse identificada con eso.

Pero tras oír hablar de Sofía Tolstoi y de sus propios diarios, decidí que quería leer con mis propios ojos lo duro que es estar a la sombra de un genio. Claramente escasean los genios que son además buenas personas, eso es algo que deberíamos asumir. ¡Muchachas del mundo, casarse con un Tolstoi en un gran error!

El caso es que una vez que me hice con los diarios de Sofía decidí ir leyendo los diarios en pararalelo para sacar como conclusión que Gertrud tenía razón. Sofía no para de hablar de sus problemas con Lev (es su vida). Lev habla de los problemas con Sofía, pero sobre todo de mil temas más. Lo que más gracia me hace es que ellos se leían mutuamente (al parecer Lev más tarde tendría 3 diarios a la vez, con distintos niveles de secretismo, pero mis fuentes no son fiables), lo que les hacía tener constantes trifulcas.

Lev tenía, entre sus muchos fanatismos, la manía de la verdad. Antes de casarse, le dió a Sofia sus diarios para que supiese quién era él -le obligó a leerlos-. Así se pasó la víspera de boda, asqueada ante su vida disoluta (de la que siempre se arrepentía, eso sí). Tengamos en cuenta que ella era una chica de 18 años, decente e ingenua, así que el choque debió de ser... interesante.

Las maneras en las que Sofía trata de justificar a Lev -cuando éste es cruel- son muy significativas, del tipo yo no puedo entenderlo, porque él es un genio y yo una pobre tonta, normal que se exaspere, pero de verdad que lo intento, aunque teniendo en cuenta que él leía su diario su sinceridad siempre está en duda. No sólo leía su diario, sino que también escribía en él. En agosto de 1863, en una de sus crisis de arrepentimiento, escribe tanto en su diario como en el de ella que toda la culpa es de él, que por favor le perdone, que no le reproche y que ame al hombre bueno que a veces asoma en él. Pero después se vuelven a enfadar y él lo tacha todo, porque Lev se pasa el día criticando los defectos de su mujer (reales o inventados) aunque espera que amen a ese hombre bueno que supuestamente reside en él.

Sí, lo reconozco, le estoy cogiendo un poco de manía a Lev, que es de los que se pasan la vida hablando del bien, pero torturando a los que tienen alrededor (de múltiples maneras: siendo cruel con ella, obligándola a amamantar aunque tuviese problemas físicos para hacerlo, pasando de ella mil cuando se deprimía porque había muerto uno de los 13 hijos que tuvo porque Lev estaba contra los anticonceptivos, queriendo repartir la herencia entre los campesinos de su finca o negándose a dejarla entrar en su lecho de muerte). Lo peor de todo es el grado de paternalismo con el que habla sobre las opiniones de ella: ella no puede saber, ella es una pobre egoísta, ella ignora lo duro que es ser un genio.

Ah no no Lev. No deberías haber dejado que nadie supiera cómo eras tú.

Yo, por mi parte, intentaré dejar de meterme en la vida de los autores que me gustan.

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2 Comments:

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Anonymous Ra said...

a mí, Sofía (y los diarios del propio Tolstoi que tengo que leer a cucharaditas para no odiarlo por repelente niño Vicente) también me tiró el mito. En la edición que tengo yo de los diarios de él (el primer tomo) aparece una curiosa nota en la cronología. cuando se murió uno de sus hijos, Lev escribió algo pseudomístico. Sofái apuntó que no entendía como podía seguir viviendo.

Y sí... es muy fácil cogerle manía a Lev. Mucho. No se puede ir de profeta de la bondad y después hacer a tu mujer la persona más desgraciada del imperio ruso...

12:15 a. m.

 
Blogger Mrs Jones said...

Ay, pobre Lev, genio incomprendido. Sus intenciones eran buenas, pero su fondo malo, qué se le va a hacer. Deberíamos aprender que intentar ser bueno cuando no lo eres suele dar peores resultados que ser malo directamente (o, lo perfecto, intentar mantenerte al margen y no molestar!)

9:34 p. m.

 

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