Haciendonos mayores...

viernes, noviembre 16, 2007

Viernes en Berlín

Finalmente hay días en que peor que el frío es la lluvia. Y uno sale de casa dispuesto a todo, tempranito y feliz. Y Ca y Cr llegan al mercadillo turco y compras cremalleras, pendientes y bufandas. Y es fantástico el río que se ve detrás y todo ese colorido. Y muy animadas se dirigen a comprar entradas para la música mística y entonces empieza a llover. Y Cr, que por una vez está preparada, da gracias a dios por sus botas de montaña, pero aún así no es cómodo turistear. Ven pececitos y corren a la catedral. Se hacen rápido una foto con orondas esculturas de Botero. Maldicen otro poco.

Es hora de comer pero el agua les impide discernir con claridad. Entran en un italiano y comen. Después quedan con M, porque le habían prometido a C un paseo en bicicleta, pero no hay paseo y buscan un guía peatón que ha decidido huir del frío. Un poco de puerta de Brandenburgo, un poco de plaza de nosequé y se resguardan en un centro comercial y hablan de la enfermedad de irse y no querer volver, de irse y no importa a donde, de irse y por qué, de irse y no enraizar, de irse y ser feliz, en definitiva.

También ven una tienda con adorables patitos de goma vestidos de aviadores, de cupido, de maruja, de enfermera y infernales pato-mono o pato-jirafa. Ven un mercado navideño que M dice que la última vez estaba repleto. Los alemanes también pasan frío.

Después van a cenar. Comen mucho y está muy rico. Es un sitio muy bonito y se está tan a gusto. Y acaban de cenar y se va vaciando el lugar. Pero Ca y M y Cr se quedan y hablan del bien, del mal, de chicos, del miedo, de la coherencia, y no se quieren ir porque es fantástico estar sólo, es fantástico conocer otros lugares, es fantástico cambiar y cambiar, pero paradójicamente, lo mejor de la vida del apátrida son los reencuentros.

Etiquetas: , ,

3 Comments:

{color:#aa0033;}
Anonymous Anónimo said...

no sé si debería comentarte, ahora que me ignoras ;(

12:01 p. m.

 
Blogger Judith Argila said...

¿No da mucho que pensar, eso de los reencuentros? Yo a todo eso le llamo el síndrome de "la vie est ailleurs". Tremendamente contagioso para espíritus con tendencias dispersas.

6:05 p. m.

 
Anonymous Anónimo said...

Creo que voy a llorar...

1:29 a. m.

 

Publicar un comentario

<< Home