Haciendonos mayores...

miércoles, abril 14, 2010

Yo quiero ser bristoliense

El problema que se me presenta ahora es que siempre voy con retraso. Siempre quiero hablar de algo de lo que debí hablar un par de semanas antes (cuando el blog debería haber sido escrito), y después los acontecimientos recientes borran de mi memoria –que tampoco presenta mucha resistencia- mis pensamientos pasados.

Estos se referían, básicamente, al espíritu de la gente de Bristol –porque fui a Bristol de semana santa y llovió mucho, pero lo pasé muy bien y tal y cual-. Y cómo es el espíritu de la gente de Bristol, os preguntaréis.

Para empezar es un espíritu ajeno a las imposiciones de la mirada ajena. El buen gusto no existe. Y aunque lo parezca, esto es todo lo contrario a una crítica. Las chicas llevan minifaldas y enseñan las bragas al menor movimiento pero nadie las está mirando raro. Personas con claro sobrepeso van ajustadas hasta casi casi reventar y se sienten bien. Eso aquí es imposible.

Además, como saben que nadie está ocupado en juzgarles –o si hay alguien haciéndolo no parece afectarles mucho- bailan con verdadera pasión. Toman la pista y haces movimientos muy exagerados con las manos que aquí, por lástima, sólo hace la gente que se droga -mucho-.

Y no contentos con bailar, se encargan de incluirte en su baile. Abren un gran círculo para que todo el que quiera se sienta partícipe. Se ponen delante de ti para acompasar sus pasos a los tuyos pero -¿es posible?- no intentan tocarte (de hecho, hasta las chicas te sacan a bailar).

Otra cosa que hacen las chicas es hablar contigo en la discoteca. Aunque estén divertidas besándose con su novio. Paran un momentito, perciben que estás ahí plantificada, sola (esperando por alguien, no me preguntéis como mi profe de inglés si me había ido sola de marcha –que estaría muy bien pero de momento lejos de mis posibilidades-), y deciden que no te vendría mal un poco de conversación.

Sé que dicen que si los españoles somos muy amistosos, y que si hablamos con la gente que va en nuestro autobús, y que con nosotros uno se siente como en casa, pero supongo que vosotros ya sabéis que es mentira. Que hay gente que sonríe por la calle pero en la misma proporción –estoy siendo generosa- que gente desagradable. Que cada vez nos da más miedo hablar con extraños. Que si vemos una chica tan mal vestida y vistiendo tan exagerada no podríamos evitar reírnos.

Así que me he propuesto ser un poco más bristoliense y un poco menos malencarada.

(Y claro soy consiente de que en 4 días no se conoce el alma de un pueblo, y que igual no se juzgan por la ropa ni por los kilos y lo hacen por otra cosa. Pero creo firmemente que lo de bailar en grupo es una gran lección).

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