Haciendonos mayores...

miércoles, noviembre 26, 2008

La irreparable soledad del alma

El lunes en el vestuario, tras mi clase favorita de entre todas mis clases, llegué tarde a una conversación. Cuando me reuní con mi amiga verde manzana, ésta estaba en medio de una charla sobre Marte y Venus.

“No tienen nada que ver, hombres y mujeres no tienen nada que ver, tienen algo en el cerebro que funciona distinto. Somos especies diferentes, si ellos son perros, nosotras gatos, si ellos son leones, nosotras tigres”. Se quedó en silencio antes de añadir: “Los hombres son monstruos”. “Quizás estás exagerando un poco”, me atreví a decir yo, pero no había nada que pudiera pararla. “¿Tú crees que es normal que acaben una relación y ya empiecen otra como si no pasase nada?”.

Yo no sé, claro.

“Las mujeres en una relación se dan al 100%, y para los hombres no deja de ser una cosa más en sus vidas”. Pensé en ese momento en Gertrud, donde ella se lo dice claramente a su marido -que es de esos maridos que no se dan cuenta de lo mucho que las quieren hasta que ellas ya no los quieren a ellos (algo que podemos aprender también con Gossip girl, acuéstate con otro chico para recuperar a tu ex o como el fingir que pasas de tu amado sólo funciona cuando es verdad y por lo tanto ya no necesitas que funcione)-. El caso es que Gertrud le explica que él tiene su trabajo para entretenerse, pero que ella sólo tiene el amor y que por eso si él no estaba dispuesto a darle un amor absoluto ella prefería pasar a otra cosa (es una peli de 1964).

Y mi amiga me contó que todo el monólogo había comenzado porque la chica de la diatriba había escuchado en otra parte del vestuario a dos chicas hablar de si estaban solteras o no o qué: “Típico de mujeres, siempre hablando de hombres”.

(Debo hacer una nota explicando que mi amiga no estaría de acuerdo con mi lectura de los hechos y que cree que mi profesión me ha creado el vicio de descontextualizar frases como “los hombres son monstruos”. Pero para mí cuando hablaba de diferencias de sensibilidad, estaba muy claro, decía que eran una especie diferente por no decir que eran unos cabrones).

(Y eso es un poco triste).

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miércoles, noviembre 19, 2008

El verdadero significado de la Biblia

Recuerdo que en clases de hermenéutica me explicaron que todo (todo en este caso se refiere únicamente al proceso hermenéutico) venía de los judíos - es complejo porque en realidad era algo como que todo venía del distanciamiento cristiano respecto a la literalidad judía. Literalidad que arrojaba, sin embargo, una interpretación palabra por palabra proyectada al infinito-. Era impresionantemente interesante aunque mi memoria haya decidido que no. Hoy pensé en eso.

Pensé también en el hecho de que yo vaya a estudiar teología como quinta o sexta carrera (como en realidad nunca lo llegaré a hacer el ranking no es tan importante). El año pasado, leyendo Doktor Faustus, me di cuenta de que la teología podía ser muchísimo más apasionante de lo que había pensado, con historias sobre diablos y sexo y aventuras bíblicas enrevesadas.

Y por qué pensé tantas cosas hoy, os preguntaréis. Pues por culpa del trabajo, para que luego digan que no dignifica. Hoy, en una sesión solemne, y en el marco del “Año del diálogo intercultural”... (blablabla) Jonathan Sacks dio un pequeño discurso oficial. Jonathan Sacks es el rabino jefe de Reino Unido y aunque no se mojó ni habló de ningún tema mínimamente actual, hay que reconocerle que al menos dio un discurso destacablemente bonito.

Contó dos cosas fantásticas sobre la interpretación de la Biblia, la traducción y el verdadero y relevante significado de las palabras (temas literarios por excelencia, alejados del aquí y ahora, pero poéticos –si es que no es una condición sine qua non, maldita sea-) . Contó que tal y como él leía la Biblia hebrea había dos pasajes claves en la llamada de Dios al diálogo.

El primero tiene lugar cuando Dios está creando a Adán y a Eva, y cuyo sentido exacto se ha perdido durante dos mil años. Dios ve solo y triste a Adán y crea a la mujer, y Adán dice lo de carne de mi carne y hueso de mi costilla, y parece un poema sencillo y condescendiente, como si el hombre fuera lo primero y Eva un mero accesorio, pero no. Porque en hebreo hay dos palabras para designar hombre: atam y îsh, y Adán cuando ve a Eva la llama ishshâ, el hombre tiene que pronunciar el nombre de la mujer antes de decir su propio nombre, tiene que decir tú antes de decir yo, necesita al otro para entenderse a sí mismo; la autonomía, la identidad, surge con el diálogo (esto me recordó también a una profe de literatura que insistía siempre en que la fantasía de la telepatía le parecía monstruosa. “El no acceder a los otros más que a través de un medio que es el lenguaje” –nos explicaba- “es lo que impide que seamos una masa indiferenciada, mera parte de una conciencia de la que no nos podemos desgajar, es lo que nos convierte en sujetos”).

El segundo momento clave ocurre en plena trifulca entre Caín y Abel. Al parecer, en el capítulo 4 del génesis aparece una expresión de imposible traducción, así que los traductores tratan de hallarle el sentido a eso y se aproximan a través de perífrasis, en hebreo sería algo como: “Y Caín dijo a Abel, cuando estaban en el campo, entonces Caín mató a Abel”. Esa frase no tiene sentido gramatical, falta el qué, pero es que la Biblia señala esa frase interrumpida como fracaso del diálogo y vemos que donde terminan las palabras empieza la violencia.

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jueves, noviembre 13, 2008

Los estudios y la naturaleza humana

A través de un blog al que me he aficionado recientemente llegué a una página fantástica (pena que esté en inglés y acabe teniendo que inventarme las conclusiones). Es una página que sirve (entre otras cosas) para lo mismo que la Cosmopolitan: a saber, para entender tu naturaleza humana mediante ese tipo de estudios que culminan explicándote que las chicas que leen a Dostoievski ligan mucho menos que las que leen novelas románticas o que los chicos altos (atención muchachas, el lobby de los bajitos cómo presiona) son infieles por (más) naturaleza. La ventaja es que puedes decir en público que te gusta y quedarte tan pancha.

Ayer estaba leyendo tranquilamente, saltando de post en post, cuando me encontré con que la gente creativa liga más (sacad conclusiones en una u otra dirección). Tiene una lógica aplastante, es como que los guapos liguen más, pero te lo explican paso a paso. Saben que ser creativos vende así que se lo creen -y a los creidos les va mejor en todos los ámbitos de la vida-. Mejor aún, sus parejas no esperan de ellos que sean fieles y leales, si no volubles y bohemios, así que pueden serlo. Te sugieren que hay una razón evolutiva de peso, para que determinadas características de los artistas, que comparten con los esquizofrénicos (aunque estos últimos sin disfrutar de las ventajas amatorias que proporciona) se perpetúen en la sociedad, pero yo no acabo de entenderla.

De ahí salté a un post sobre el amor y los genes, que me creó también ciertas inquietudes. Ponía que al escoger pareja inconscientemente elegimos a alguien con los genes muy diferentes a los nuestros para evitar enfermedades en los niños y demás. Pero por otro lado en muchos sitios ponen que buscamos a alguien que pertenezca al patrón de nuestro padre (igual de conducta, sin contar los genes, pero para ellos los genes lo son todo, así que no sé). En todo caso, que sepáis que cuantos más genes compartáis con vuestra pareja más probabilidades tendréis de engañarla y vuestra atracción hacia los hombres que no son vuestra pareja (en el caso de las mujeres) se disparará –especialmente en la fase fértil del ciclo.

Y vosotros pensando que era vuestra culpa!!!

Ya en El País leí sobre otra herramienta fantástica para liberar nuestros hombros del insoportable peso de responsabilizarnos de las consecuencias de nuestros peores actos. Al parecer gmail ha presentado un sistema, que entre las diez de la noche y las cinco de la madrugada te hace realizar unas sumas para poder enviar un mail. Así, si estás achispada y decides decirle a tu exnovio que sigues enamorada de él, o todo lo contrario, habrá una instancia superior que te pare los pies puesto que no estás en condiciones de recapacitar sobre tus actos.

Todo será más difícil en realidad. Las personas deseosas de comunicarse pero cobardes, tendrán que usar el móvil o elaborar complejas teorías sobre por qué escribieron ese mail sin estar completamente borrachos.

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