Haciendonos mayores...

sábado, octubre 25, 2008

I'll be watching you

El martes fui a ver el documental Every step you take, sobre la sociedad de vigilancia, ya sabéis, de esos que meten miedo en el cuerpo y vuelves a casa convencida de que hay una cámara delante de tu ventana sólo para pillarte desnuda. Pero una de las participantes del debate (que había después de la proyección del documental) dijo algo que quizá sea un poco simplificador pero a mí me pareció muy interesante. Que en tiempos de guerra uno estaba dispuesto a perder la vida por la libertad (del país o de lo que fuera), pero que en tiempos de paz todos estábamos (bueno, ella imagino que no) dispuestos a perder nuestra libertad por una hipotética mayor seguridad para nuestra vida. Y es lo mismo con unos países y otros. Hay países donde la gente está dispuesta a "romper los huevos para hacer la tortilla" de la libertad (perdonádme la licencia poética, es una cita) y aquí creemos poder permitirnos el lujo de ceder libertades. De hecho no estoy muy segura de que muchos de nosotros estuvieramos ya dispuestos a morir por ninguna libertad. Nos vamos acomodando, imagino. Claro, claro, podemos decir que se trata de dos libertades distintas, pero igual sí debería preocuparnos. O igual es que ni nos enteramos. Ella también dijo (le gustaban los argumentos resultones, pero a mí también) que teniendo en cuenta que estadísticamente el mayor número de crímenes se realiza dentro de las viviendas, es ahí donde deberían colocarse mayor número de cámaras.

El Parlamento europeo votó nosecuando una resolución sobre el uso los escáneres corporales en los aeropuertos. Los escáneres corporales son aquellos que mediante unas ondas blablabla pueden ver tu cuerpo por debajo de la ropa con total detalle (desde las armas que llevas tras las rodillas hasta tus -uy- órganos genitales). Se trata de una imagen en blanco y negro nada emocionante, pero bueno, es tu cuerpo desnudo.

Eso lo querían aprobar unos sin que nos enterásemos (ya sabéis, como la fantástica idea de los líquidos asesinos), pero algunos eurodiputados dicen que sí, que es mejor avisarnos antes y que además hay que asegurar ciertas premisas antes de aprobarlo. Asegurarse de que no supone un atentado a nuestras libertades y a nuestra dignidad (no sé como se hace eso), consultarlo con otros organismos, pensar en los costes, pensar en las garantías (que la persona que te ve desnuda no sea el mismo guardia que está delante de ti, que las imágenes no queden guardadas, cosas por el estilo).

Al parecer eso ya se usa en determinados casos y creo que también en determinados aeropuertos (pero imagino que sólo en esos determinados casos, quien haya estado en el aeropuerto de Amsterdam y lo hayan desnudado tecnológicamente que me informe). Y hombre, útil parece (aunque también supone problemas forzar a la gente a recibir ondas electromagnéticas). Bueno, no sé, yo desde luego me siento más segura en el metro cuando veo que más de dos mil cámaras me vigilan. No, a mi me protegen, a los que vigilan es a los otros. Mi cajera del Delhaize no está tan segura. “Ay, me van a echar cuando vean esto por el vídeo” me dice angustiada tras ofrecerle fuego a un cliente en plena zona sin humo.

En Every step you take salían varias cosas inquietantes (además de imágenes de gente haciendo el amor en los andenes del metro que vigilantes aburridos colgaban en youtube). Al parecer uno puede seguir desde su casa (vía Internet) millones y millones de imágenes de cámaras de seguridad de todo tipo. De hecho, decían que había mucha más gente normal que llamaba a la policía diciendo: “un tipo sospechoso en la calle X” que policías preocupados en mirar a los tipos sospechosos. Entonces la gente sigue todo lo que pasa en su barrio. Ve si hay alguien merodeando y ve a quien sube el vecino a casa. Por un lado uno puede tranquilizarse de que las imágenes sean públicas, pero cuando no lo son uno al menos puede rezarle a dios para que estén en buenas manos.

En Londres también se veían unos servicios públicos que llevaban un cartelito encima “grabamos dentro por su seguridad”. Como los de los escáneres corporales, unos degenerados.

Una última cosa que nos contaba era que en las carreteras británicas, hay unos aparatos que reconocen matrículas y te dicen al instante si el coche es robado, si no, si ha pasado la ITV o si tiene los papeles del seguro en regla. Decía que eso, “lamentablemente”, aún no se podía hacer con las personas (que todas las personas que pasasen por tal calle la cámara las registrase y dijese si eran ex­-convictos, gente de bien o si pagaban todos sus impuestos). Pero tiempo al tiempo.

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domingo, octubre 12, 2008

Las princesas bellas y los príncipes valientes

Hablaba con Kristin, mi nueva compañera de piso sobre Clara Wieck, y sobre todas las mujeres artistas en cuya tumba sólo aparecía “mujer de”. Le conté que tenía amigas que pensaban que en general, las mujeres escribían peor que los hombres (a nivel de las grandes obras de arte). Ella se horrorizó. No cuestionan la capacidad, le expliqué, no creen que no puedan, creen que culturalmente, hoy por hoy es complicado. Ella consideró que quizá dependía del país, que Suecia tenía una larga tradición de educación igualitaria y que no había diferencias de ese tipo.

Yo pensé en lo horrorizada que me quedé de Francia tras vivir allí, un país de, creía yo, fuerte movimiento feminista. Pero supongo también que no deja de ser un país de tradición católico-meridional donde su espíritu revolucionario fue lo que llevó a las reivindicaciones a pesar del insuficiente convencimiento social real (recordemos los ataques a Ségolène sólo en función de su género – ¡y desde su mismo partido!-). Le dije que no sabía, pero que yo estaba muy preocupada porque tenía amigos que creían que diferencias que yo achacaba a lo cultural eran de raíz natural, y que temía que esa opinión estuviese cada vez más extendida. Le expliqué que me daba la sensación de que en la Universidad, en los debates, los hombres siempre participaban más. Me dijo que claro, que sí, que eran educados para ir más hacía lo exterior, para proyectarse hacia afuera. Le pregunté si en Suecia era lo mismo.

Sí.

Vaya. Le confesé que yo a veces me sentía culpable de seguir reproduciendo el esquema, cómo puedo negar yo que las mujeres son lo que veo que yo soy. Me contestó que ella también.

Y pensé en los dibujos infantiles. Está claro que cualquier niño puede jugar a las muñecas y ver películas de la Barbie y cualquier niña tiene permiso para jugar a los helicópteros y ver series de marcianos. Pero la imagen que beben sigue siendo absolutamente dualizada. No tanto desde el punto de vista de la valía, pero sí de las características. No hay un sólo niño de 5 años al que le preocupe la belleza, que se lo plantee siquiera. Quizá unos pocos años después ser gordo sea un lastre. Pero por mucho que ahora los hombres se depilen y se echen cremas, ningún niño cree que hacerse mayor, ser al fin un hombre, consista en ir bien peinado.

No hay una sóla niña de 5 años que no sueñe con pintarse las uñas y vestir a la moda. Hacerse mujer con éxito pasa indudablemente por ser bella. Y cuando crezca, además de haber asimilado eso, sabrá también que le corresponde ayudar, cooperar, dejar espacio a los demás.

Como la mujer esa de la que me hablaba Raquel, cuyo nombre no aparece aún en muchos de los libros que escribió para su marido.

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martes, octubre 07, 2008

Los temas que debería tratar

¿Sabéis cuando tenéis tantas cosas que contar que no alcanzáis a centraros en nada? Han pasado tantos días que por mi cabeza han desfilado mil posts diferentes, algunos más interesantes que otros: los nervios, los médicos, el ayuno voluntario (puaj), los aviones, los belgas, la búsqueda de piso, Pirandello, los stagiaires bien vestidos, mis compañeros de piso, el Parlamento Europeo, los planes de fin de semana, los monstruos. Ya sabéis, el drama de los generalistas. Si fuéramos quienes, por una sola vez, de elegir un tema que desarrollar, seríamos genios. La triste realidad es que, incapaces de seleccionar, incapaces de desechar, servimos sólo para jugar al Trivial.

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