Días que ofrecen asesinato como único futuro
“No pensaré en el futuro ahora. No tengo tiempo. Cuando haya lavado las medias pensaré. Cuando haya cosido ese botón pensaré. Cuando haya escrito la carta pensaré.
Previsora, la naturaleza me otorga la habilidad de Penélope para tareas precisas, diminutas, que en el pasado yo hacía de cualquiera manera, como coser ojales y volantes para cuellos. Pues Dios mío querido, no debo pensar ahora, porque no puedo llorar aquí. Las paredes son demasiado delgadas.
No hay ningún sitio y ningún tiempo para esa palabra.”
No quería volver a hacer esto, pero no puedo evitarlo. He leído "En Grand Central Station me senté y lloré" en el momento más (o menos, quién sabe) indicado. Así que quizá todo mi entusiasmo no esté justificado . Pero creo que Elizabeth Smart tenía razón, tan consciente de que en el fondo, todos los que tememos su locura, todos los que -incluso- despreciamos su locura, la envidiamos al mismo tiempo.
Previsora, la naturaleza me otorga la habilidad de Penélope para tareas precisas, diminutas, que en el pasado yo hacía de cualquiera manera, como coser ojales y volantes para cuellos. Pues Dios mío querido, no debo pensar ahora, porque no puedo llorar aquí. Las paredes son demasiado delgadas.
No hay ningún sitio y ningún tiempo para esa palabra.”
No quería volver a hacer esto, pero no puedo evitarlo. He leído "En Grand Central Station me senté y lloré" en el momento más (o menos, quién sabe) indicado. Así que quizá todo mi entusiasmo no esté justificado . Pero creo que Elizabeth Smart tenía razón, tan consciente de que en el fondo, todos los que tememos su locura, todos los que -incluso- despreciamos su locura, la envidiamos al mismo tiempo.
Etiquetas: amor, literatura