Haciendonos mayores...

lunes, septiembre 26, 2005

Limpiar es una tarea demoníaca.
Es seguro. Satán nos inflige penas si no lo hacemos. Estoy totalmente convencida de que cuando vivo en medio de suciedad (no suciedad real, sino suciedad de llevo tres dias sin pasar la fregona) mi piel se pone mucho peor.
Yo trato de resistir. Escapo de casa. Me lavo la cara constantemente. Pero llega un momento en que debo limpiar. Y sé que es estupido porque no me va a librar de una accion semejante al cabo de dos dias.
Sé que es estúpido pero cedo. Porque no se comprende que no limpiar es una decision lógica, racional e inocente. No limpiar es ser una guarra. Y no es fácil resistir.

Y bla bla bla la satisfacción posterior. Pero... pq es necesario?? Porque ademas de los castigos propios tenemos que limpiar un polvo que no creamos? Porque diablos cae constantemente del cielo? De qué quieren vengarse? Peor es cuando no sólo te castiga dios esparciendo arenillas por doquier, dejas que te castiguen unos ... humanos orgánicos

Mi cocina de santiago tiene macarrones en el suelo debido a sus anteriores inquilinos. Ahora las paredes refulgen. Pero seguro que mis manos huelen a goma hasta dentro de tres semanas. Cuando todo esté sucio de nuevo.

Porque en la existencia perfecta no existirian ni polvo, ni alimentos, ni insectos. Ni cuerpos que comen, que se tambalean, que dejan caer cosas. Y sobretodo, ni cuerpos que necesiten espacios materiales para vivir.

jueves, septiembre 22, 2005

Leí "Los aunque son casi siempre porqués desconocidos". Y entendí que él (él, por desgracia es sólo el autor) sabía como han de ser las cosas. Y que lo único que da valor a las relaciones humanas es todo lo asqueroso que guardamos dentro. Y sólo cuando algo díficil es el origen de alguna accion, esa accion es verdaderamente verdadera.
Porque si llenamos la vida de porqués obvios, tanto da para uno que para otro. Porque si podemos explicar claramente porque queremos eso, no tiene importancia quererlo.
Y bueno, no me lo discutáis, es únicamente una gran simplificacion.

lunes, septiembre 19, 2005

Y es muy agradable sentir que hay mas gente que piensa que ir al bingo es emocionante. Que a pesar de nuestros miles de años de distinta evolucion, podamos perseguir juntas a tunos nocturnos. Que no se rian (y que comprendan) del hecho de que piense que fumar un cigarrillo juntas es una gran transgresion. Que opinen que disfrutar de la vida consiste en retarse a ver quien se zambulle mas rapido en el agua (helada).
Y entonces fuimos al bingo. Entramos en ese otro mundo de mesas redondas y señores y señoras con canas. Eramos puras, y se notaba, porque pronto el encargado se ofreció a enseñarnos las reglas. Y casi casi, gané. Y desde luego, odié a quien si ganó (aún si verle la cara). Y noté como la ludopatía se tambaleaba sobre mis manos.
Y es muy agradable disfrutar del riesgo a microscopica escala.
Y...
...disfrutar de la vida.

domingo, septiembre 11, 2005

Siempre pienso que me voy a equivocar al coger los autobuses. Sobretodo si voy a algún lugar no habitual. Hace unos años estaba convencida cada vez que cogía uno, de que iba a acabar en un sitio diametralmente opuesto a mi destino. Yo miraría el número (el 6, sí, es el 6 el que va a X.), subiría, pagaría mi billete, ý escogería un asiento (hacia delante y con ventana). Entonces vería pasar las calles. Y llegado un momento empezaría a ponerme nerviosa. ¿Porqué no reconozco nada? ¿Será de los que dan una vuelta enorme? ¿Ponía en el cartel que este autobus pasaba por Coia para ir a Teis?
Timidamente, me inclinaria sobre la señora del asiento delantero y le preguntaria si este autobus para en X. (Aunque es estúpido preguntarlo, porque yo lo vi escrito). Ella contestaria que no, que este es el autobus 6, que va a Samil. Yo, que no, que el 6 va a X., que el que va a Samil es el 15. Entonces ella le preguntaría a la mujer que va a su lado, el 6 va a Samil, verdad?. Enardecida por el asentimiento de su compañera, me contaría que ella estaba segura, porque es el autobus que coge ella siempre, el 6, porque su hermana vive en samil, y ella va allí todos los días porque su hermana tuvo un accidente y necesita estar en la cama, pero que siempre es mejor preguntar.
Yo me bajaría en la siguiente parada y miraría con aprension el cartel informativo para descubrir que efectivamente, el 6 NO va a Samil.
Y horrorizada constataría que todos los autobuses llevan un numero que no es. Me costaría meses sistematizar sus rutas (porque gracias a dios, en mi pequeña neurosis, los autobuses intercambiaban sus numeros de forma fija).
Y lo peor era pensar en el después. Ese día un año despues en el que ya no cojo el 6 para ir a X., sino el 11, que en el panel informativo hace la ruta cabral- san miguel. Y veó a una chica moverse nerviosa en el asiento. Me pregunta: ¿ha cambiado su camino?¿hay obras o algo?
Y aunque de verdad quiero decirle lo que ocurre. Y ayudarla prestandole mi sistematizacion de las rutas. E insistirle en que debemos buscar, que seguro que hay mas que ven los numeros cambiados en los autobuses.
Aunque de verdad quiero decirle lo que ocurre, pondría mi cara de maxima inocencia para explicarle que no cambió de ruta, que el 11 siempre enfila esa calle para llegar a X.

viernes, septiembre 02, 2005

Iba en el tren (tracatracatracatrá) y miraba las vias. Me daba cuenta. LLevaba días dándome cuenta. De que eso de lo que me creía a salvo, me atacaba. No es lo que hacía, es lo que podía hacer. No es la gente, es la ausencia de gente. No es lo "bonito", es lo que era mio.
Y es, sobre todas las cosas, ver las vías de la gare du nord (tracatracatracatrá) en mi camino diario a la facultad. Y compararlas con la gente que me rodeaba en el metro. Todos parecían dispuestos a coger cualquier tren a cualquier sitio a cualquier hora. Y los miraba a ellos. Y miraba las vías. El tipo de situaciones rutinarias y absurdas que aún así eres capaz de agradecerle a dios cada día. Sentir que no hace falta tener ningun "estupido" lugar para sentirse bien.
Y es lo que no tendré nunca más.