Ser político tiene que ser horrible, ya lo sabemos. Todo el mundo piensa que eres corrupto, mentiroso y asqueroso, y encima tienes que dar discursos en eventos. Un discurso en un evento no es un mítin político, así que debes aunar autobombo y generosidad, siendo capaz de hablar del evento en cuestión, y a la vez ganar votos y simpatía, sin repetir una y otra vez el partido político al que perteneces (la mayoría esto no lo lleva muy bien).
El caso es que hoy gracias a Abel Caballero he tenido mi mejor momento de la tarde. Esta tarde ya prometía ser apasionante, dado que estaba estrenando el
Auditorio Mar de Vigo en...¡un festival de corales! Llegamos con tres cuartos de hora de antelación y el patio ya bullía en una larga cola de personas (en un 90% de la tercera edad) esperando ansiosas porque abrieran las puertas. Cada minuto que pasaba la cola se hacía más larga, y daba vueltas sobre sí misma. Fuentes fiables me informaron de que a última hora hubo incluso violencia. Así que sí, las corales molan, que 1500 vigueses se pelean por ir a verlas.
Una vez dentro, empezaron las canciones. Empezaron incluso bien, porque
la primera coral (que era la que habíamos ido a ver por fidelidad amistosa) es moderna, y se mueven y cantan y hay diversión. Pero después eran series de canciones cursis, cantadas de una manera lánguida y desapasionada. Normalmente las canciones con instrumentos ayudaban a que todo pasase más rápido, pero no había muchas de este tipo. Aunque he de reconocer que hubo tres canciones en las que no se hablaba de palomas, relativamente intensas, que me gustaron mucho.
Que bien mirado, unas voces bonitas cantando a la vez deberían ser más que suficiente. El problema es, supongo, que las canciones no acaban de contactar con un público joven y ávido de emociones (aunque muchos de los espectadores octogenarios también bostezaban y se deleitaban con pequeñas acciones como desenvolver un caramelo).
Finalmente, y sin que se supiera muy bien a qué venía, uno de los directores de la coral agradeció a Abel Caballero su apoyo al mundo de las corales y le quiso dar un regalo. Él subió al escenario a agradecerlo, y claro, tenía que dar un discurso.
Empezó repitiendo en exceso las palabras coral, mujeres y hombres en un montón de frases vacías. Pero después, abrió su corazoncito para explicarnos que hoy era su día más feliz desde que era alcade...¡no en vano estaba escuchando habaneras en el insigne auditorio! Algunos no pudimos reprimir una carcajada, pero otros, tras horas de aburrimiento, no iban a conformarse con eso. "Cara dura", "mucho cuento" y un montón de abucheos mientras el pobre Caballero seguía imperturbable agradeciendo a las mujeres y hombres de la coral, y a las mujeres y hombres del público, nuestro trabajo y presencia respectivamente.
Por lo demás la sala del auditorio me encantó (quitando el color elegido para los asientos). Sobre la arquitectura del edificio, como exige cualquier mole moderna, hay más polémica.
PD. La foto la cogí de
Vigo en fotos, donde hay un montón del Auditorio, por si le queréis echar un ojo.
Etiquetas: arquitectura, musica, politica